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La colección incluye ocho piezas en miniatura elaboradas por modistas del municipio metropolitano. DIEGO LUZ

El traje flamenco, una historia con arte

La exposición 'De lo majo a lo bolero, de lo bolero a lo flamenco' muestra en Huétor Vega el proceso natural de las indumentarias de baile hasta derivar en la actual iconografía jonda

EDUARDO TÉBAR

Viernes, 24 de julio 2020, 20:13

Movimiento, magnetismo y donaire. El traje de flamenca constituye todo un símbolo de lo andaluz y, por extensión, del cliché español. Es una representación iconográfica tan fuerte, extendida y omnipresente como desconocida, manipulada y envuelta en tópicos. La indumentaria jonda alimenta interpretaciones desde el siglo XVIII hasta hoy. Sin embargo, poco se sabe sobre el origen de estas prendas fuera círculos académicos y flamencológicos. Desde luego, el uso y el abuso no han proporcionado conocimiento. Quizá la escasez de estudios documentados ha contribuido a prolongar el lugar común, el prejuicio manido.

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¿Debería el traje flamenco contar con estatus de traje tradicional? Es una de las cuestiones clave que quedan resueltas en la exposición 'De lo majo a lo bolero, de lo bolero a lo flamenco', abierta durante las noches de ayer y hoy, viernes, en el Centro del Vino y Flamenco de Huétor Vega, ubicado en Huerta Cercada, en paralelo a la celebración del Festival Flamenco en el municipio metropolitano. La colección incluye ocho vestidos en miniatura, de unos treinta centímetros, que explican el lento proceso evolutivo que llega hasta la imagen de la flamenca actual. Son obras de una meticulosidad deslumbrante, creadas por tres modistas de la localidad: Obdulia Fuentes Llamas, su hija Obdulia Cobos Fuentes, junto a María Angustias Velázquez.

«Estas piezas son joyas. Lo único que puede superar esto es acudir a verlas en grande en el Museo del Traje de Madrid», apuntaba José Luis López Rojas, técnico de Cultura del Ayuntamiento de Huétor Vega, al concluir su interesante y ágil presentación. El área de Cultura pretende rendir homenaje con esta muestra al traje de baile, algo se siente cercano pero que arrastra un largo recorrido. Con esa visión longitudinal del tiempo, la concejala responsable de esta iniciativa, Elisa González Pedraza, invito a descubrir «un recorrido por distintas épocas que desemboca en el momento actual». «Es una exposición muy bonita y es la primera vez que este espacio acoge una muestra de estas características», añadió el alcalde en funciones, José Manuel Prieto.

Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

Quienes visiten la amplísima sala dentro del Centro de Interpretación del Vino de Huétor Vega encontrarán también más de una veintena de trajes en tamaño real: de vestir, de baile, rocieros, bata de cola… Todos inspiran flamencura. Y son aportaciones de la propia edil de Cultura, González Pedraza; además de Ana Velázquez (Mis Flamenkitas); Marisol y Lola (Coro Rociero Virgen del Rosario); Antonia Gómez (Junta Local de la AECC); Rocío Moreno (Asociación de Monta a la Amazona de Granada); Susana (Lola Botona); y la cantaora Alba Molina.

En la inauguración, una mujer alzó la voz para señalar que el flamenco dispone del «máximo galardón»: estar reconocido desde 2010 como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Pero toda la asistencia coincidió en que no es suficiente. «Si hay un sector que ha entrado en una crisis total es precisamente el mundo del flamenco. Es algo que nos deberíamos de plantear todas las personas que vivimos en este país, porque siendo el mayor patrimonio y lo que reclama un mayor número de turistas. Los españoles no vamos a los tablaos, que están cerrados porque no hay público. El único público que llena los tablaos es extranjero», alertó López Rojas. «La escuela bolera es la gran desconocida del flamenco. Los bailes boleros son un espectáculo», agregaban desde las primeras filas. Una hija de Obdulia Fuentes Llamas, la mayor de las costureras de las ocho reliquias diminutas expuestas, aplaudió que «iniciativas como esta, tan preciosas, cobran relevancia porque son muy profundas».

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Un reto

Para Obdulia Fuentes Llamas ha sido un reto complicado, ya que asegura que durante el proceso de elaboración estuvo «malita» y con la vista perjudicada. «Por eso me costó más trabajo», cuenta. «Pero lo he hecho con muchísimo cariño y amor», recalca. «He pasado cierto apuro, pero ante todo me propuse disfrutarlo. Me encanta que la gente pueda disfrutar de una cosa que a mí me gusta hacer, porque para mí esto es un tesoro. La gente no se puede ni imaginar la cantidad de cosas que tengo hechas de costura. En esta exposición hemos conseguido representar la historia del traje que nos conduce a lo que tenemos ahora. Pero la idea entre lo que hay ahora y lo que había antes es muy distinta. Es todo un mundo», reflexiona Obdulia.

El traje flamenco no se puede entender sin las danzas atánticas que entraron por Cádiz, ni sin aquellos primeros fandangos bailables que llevaban la impronta de los reinos de Indias. Hasta 1837 no aparece en ninguna publicación la palabra 'flamenco'. No existía. «Es una cosa muy rica que se ha creado muy lentamente, como un cocido preparado muy poco a poco y que solo se ha producido en el sur de España», repite el técnico de Cultura del Ayuntamiento de Huétor Vega.

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Las costureras artífices de las réplicas diminutas. D.L.

Se trata de un tránsito natural. De la tonadilla, que brota entre los actos de las comedias, a la seguiriya, con letras mucho más punzantes y reivindicativas. Con el tamiz de la respuesta española al afrancesamiento de la cultura. Lo que en el siglo XVII fueron majos, y en el XIX boleros, se convirtió en flamenco. La escuela bolera aglutinó todos los bailes nacionales. «Aquí no sucede como en Dinamarca, donde tienen bailes interesantísmos y los conservan», deslizó López Rojas. El «agitanamiento» y el mestizaje de estas músicas gestaron el nacimiento del flamenco. La jota aragonesa, que se bailaba en toda España, derivó en las alegrías.

La muestra se detiene a su vez en la bata de cola flamenca, que se incorporó al baile a finales del siglo XIX y que se suprimió, junto a las castañuelas, en la etapa de los cafés cantantes. «Las formas de la escuela bolera ya son muy próximas al flamenco. Cuando vemos algún vídeo de un bolero de la escuela española observamos que necesitan mucha técnica. Es muy complejo y es la base previa al flamenco. En esta exposición asistimos a un punto en el cual el flamenco ni es de los gitanos ni es de los payos: es de todas las culturas. Se suman la judía, la musulmana… Esta mezcla se produce solo en un sitio en todo el mundo, que es Andalucía», plantea el técnico del Consistorio hueteño. El flamenco, tan nuevo y tan viejo. Tan cerca y tan lejos.

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