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Huétor Vega, el pueblo con un vivero de pinchadiscos

Son adolescentes en su mayoría. Se reúnen los viernes por la tarde en los estudios acolchados desde los que antaño se realizaban los programas de Radio Contadero. Les gusta la música electrónica y también les gustan los botones. Su plan cuando comienza el fin de semana dista mucho del tópico juvenil. Ni videojuegos ni ligoteo. Ellos quieren aprender a ser pinchadiscos.

E.T.

Miércoles, 20 de abril 2016, 07:26

La Escuela de Dj?s de Huétor Vega funciona desde hace tres temporadas. Un concejal joven y abierto a estos sonidos, Roberto Molina, le dio impulso a una idea que el monitor, Álvaro Ruiz, le propuso hace ocho años. Álvaro es uno de los «mezcladores» más prestigiosos que han salido del municipio. «Siempre resulta una garantía de frescura y técnica afinada», comentaban los expertos en el VegFest, el festival internacional de música electrónica que se celebra cada verano en Huétor. Los carteles del evento, que en 2015 alcanzó su segunda edición, adornan la entrada de esta escuela municipal de ?pinchas?. La paleta de sonidos abarca etiquetas como el ?techno?, el ?house? y sus insondables derivaciones.

El Ayuntamiento les abrió las puertas de la antigua emisora local y les proporcionó el equipamiento básico. Por ahora, un par de mesas de mezclas y sus respectivos reproductores de cedé. El manual del perfecto Dj revela que la quintaesencia de este arte radica en el trabajo con discos de vinilo, con los que se hacen los socorridos ?schartches?. Ya saben, el truco de mover los surcos con el dedos atrás y adelante. «Pero de momento nos tenemos que conformar con las sesiones en cedé, que nos permiten jugar con el picth y hacer otras cosillas», explica el monitor.

Todas las edades

Los alumnos pagan 10 euros al mes. Así que cada clase les sale por dos euros y medio. Aunque casi todos pertenecen a una franja de edad inferior a 25 años, no hay límites ni requisitos. Se han producido casos como que un padre haya llevado a su hija y que, a la larga, el alumno haya sido él. «Incluso tuve un discípulo de 56 años en 2013», confiesa Álvaro Ruiz, hueteño de pro, que dio sus primeros pasos en este mundillo cuando se produjo el boom de Prodigy en la segunda mitad de los noventa. «Trabajaba de camarero y me fijaba en mis amigos Dj?s, que eran mayores que yo. Aquello me atraía. Un día me propuse empezar a manejar la mesa».

La actividad en el área metropolitana de la sala Industrial Copera, con más de dos décadas de programación internacional, ha ayudado a fomentar esta cultura en el pueblo. También viejos espacios radiofónicos como ?Evolution?. En la actualidad, la escuela que conduce Álvaro cuenta con once alumnos. «Mucha gente joven del pueblo no se ha enterado aún. Si lo supieran más chavales, seguro que se apuntarían», reflexiona Álex, de 17 años. Alberto, de 19, lleva tres años en el taller y no se ha cansado. «A todos nos mueve la curiosidad», dice.

Como sus compañeros, Alexander, de 14, pidió a los Reyes Magos una mesa para mezclar en casa. Una práctica a la que se ha aficionado Pablo Arquelladas, de 25, después de un año en la escuela. «En mi habitación, sin tensión, me relajo pinchando en pijama», admite. «Esto es más que subir y bajar el volumen y darle al play. Hay que conocer si un ritmo va a cuatro por cuatro. Técnica». Existen dos niveles: iniciación y avanzado. Y todos coinciden: «Se liga».

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