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Huétor Vega homenajea a Hernández Meyer, Isidoro Molina y Los Rebites

La mañana fría y gris del 28 de febrero, aún con retales de nieve en los tejados del pueblo, contrastó con el calor y la emoción con que se vivió la entrega de distinciones por el Día de Andalucía en el salón de actos del centro social La Nava de Huétor Vega. Los homenajeados este año han sido Federico Hernández Meyer, Isidoro Molina Navarro (a título póstumo) y el restaurante Los Rebites.

E.T.

Miércoles, 20 de abril 2016, 07:27

Junto a los protagonistas, bordeando el ancho del escenario, se encontraban los diecisiete ediles que estrenan mandato este curso en la corporación municipal, integrada por cinco partidos políticos por primera vez en su historia. De izquierda a derecha, se posicionaron sobre las tablas Mónica Moreno Gámez, José Manuel Alonso Vargas, Néstor Iglesias Ruiz, Ana García Molina, Alejandro García Ruiz, Joaquín López-Sidro Gil, Chus Fernández Martín, José Manuel Prieto Alonso, Mariano Molina del Paso, Carolina Higueras Moyano, Pedro José Collado Gómez, Susana Megías Molina, Roberto Molina Álvarez, Ana Belén Arquelladas Velázquez, Mariano Girela Junco, Elisa González Pedraza y María del Carmen Servilia López Nieto.

El primero en subir al atril, muy emocionado, fue Isidoro Molina Romero, hijo del fundador de Muebles Ébano. «Mi padre declinó en vida los numerosos reconocimientos que le propusieron. Pensaba que su ayuda a las familias hueteñas y llevar el nombre de nuestro pueblo a tantos rincones del mundo era algo normal, sin mérito. Todos sabemos que no es así», comentó mientras los vecinos de La Nava aplaudían conmovidos. En primera fila, su madre, Angustias Romero Alcántara, que no pudo contener las lágrimas. «Como dice mi hermana, Marian Molina Romero, si la vida de mi padre fuese un libro, el título sería ?El corazón me pierde?», añadió el hijo de don Isidoro.

De Molina Navarro asombró su generosidad y su altruismo. Este emprendedor hueteño del barrio de las Casas Nuevas impulsó con tesón su negocio de mobiliario de diseño para cocinas desde mediados de los setenta. Llega a contar cien puntos de venta en toda España, clientes en todo el mundo y más de doscientos trabajadores directos en la fábrica. Prácticamente todos eran nativos de Huétor Vega. Y es que una de las máximas preocupaciones de don Isidoro siempre fue crear riqueza en su pueblo. Cuando, años después, una crisis inmisericorde lastró las finanzas de la empresa, facilitó que sus empleados pusieran en marcha una cooperativa, haciéndose cargo de la gestión de Ébano. Este gesto permitió que se salvara la empresa, aunque supuso un profundo quebranto a su economía personal. «El cariño del pueblo quedó patente en la multitudinaria despedida que le dio el pueblo en el funeral y en la misa el pasado mes de agosto», subrayó el alcalde.

Por su parte, Federico Hernández Meyer, hueteño de la posguerra, se convirtió, con solo 22 años y acompañado de sus inseparables bastones debido a una enfermedad, en el farmacéutico más joven de Alemania. Trabajó durante cuatro décadas como directivo y técnico superior internacional en los laboratorios Merck. A su regreso, fue concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Huétor Vega. Y aún le queda carrete: estudia árabe, ha fundado una compañía de teatro y participa en otra de baile.

Federico se acordó de sus hijos, residentes en Suecia y en el país germano. Le arropó su hermano Alejandro Hernández Meyer. También tuvo palabras para su colega de partido José Carlos Pérez y para los amigos de la infancia Pepe y Paquito Padilla. «Las asociaciones Amindra y Ruedas con Ritmo me permiten soñar despierto».

Conservar la esencia Las obligaciones del negocio impidieron participar a María del Carmen Aragón del Río, que encarna a la tercera generación del restaurante Los Rebites. «Un establecimiento que nunca ha perdido su identidad culinaria, a pesar de su crecimiento y evolución con el paso de las décadas», señaló Mariano Molina.

Huétor Vega es un referente en la gastronomía. El origen de esta merecida fama hay que buscarlo cinco décadas atrás, en el arrojo de los hueteños que montaron una pequeño merendero donde ofrecían los productos de su propia cosecha. Dos de estos pioneros de la restauración local fueron Miguel del Río Carrascosa y Encarnación Hurtado López. Confiados en la calidad de sus viandas, sabían que lo suyo era empresa cargada de futuro. El matrimonió puso en marcha una tasca en mitad de la nada, en un Camino de Los Neveros en el que, por entonces, apenas había construcciones. Con mosto de Huétor y comida casera, no tardaron en atraer a una nutrida clientela de Granada y de los pueblos de alrededor. Después, su hija, María del Carmen del Río, y su marido, José Luis Aragón, se implicaron de lleno en el negocio familiar, ampliando y modernizando el establecimiento. Sin perder nunca su esencia familiar. Aún consternadas por el fallecimiento de José Luis Aragón hace solo cuatro meses, madre e hija mantienen con buen tino el pulso de este restaurante emblemático, que, como todos, ha sufrido los vaivenes de la crisis.

La Banda de Música de Huétor Vega cerró el acto tocando los himnos.

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