Los vecinos de Huétor Vega emprenden la ruta del mantecado

Un nutrido grupo de vecinos de Huétor Vega (nada menos que 85) despidió el mes de noviembre con un viaje cultural a Estepa. Un guiño navideño en la antesala de las fiestas de fin de año, en la que los dulces pueblan los hogares y, de paso, se cogen unos kilitos.

E.T.

Miércoles, 20 de abril 2016, 07:39

La concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Huétor Vega, de la mano de Elisa González Pedraza, preparó una salida para conocer la capital del mantecado ... y visitar su fábrica de mantecados más antigua, La Colchona, así como la más moderna, La Estepeña.

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De manera sorprendente, el llamamiento resultó un éxito. No solo por la cantidad de ciudadanos inscritos, sino por la variedad de edades de los congregados. «La gente iba feliz y piden más viajes. Desean viajar porque es una manera divertida y didáctica de relacionarse y aprender. Estaban contentos y agradecidos», reconoce la concejala.

El periplo incluyó parada en una bodega de vinos. Pero los hueteños aguardaban con emoción la entrada en ese templo añejo del mantecado que es La Colchona, la industria decana en Estepa, municipio en el que se plantaron en solo hora y media de autobús. La localidad sevillana mantiene su tasa de desempleo al 7 por ciento en el previo a la Navidad, cifra que sube al 14 por ciento en verano.

Monopolio

En Estepa, 23 empresas operan lo que es casi un monopolio nacional: la fabricación del 95 por ciento de la variedad de productos de confitería desmenuzable y azucarados que, por tradición, degustan los españoles en Navidad.

Como colofón, la expedición hueteña conoció las modernas instalaciones de La Estepeña a través de una visita guiada. Su historia se remonta al lejanísimo 1858: mediado del siglo XIX. Una de tantas pequeñas confiterías de pueblo. Hoy es una meca del mantecado, con 20.000 metros cuadrados de superficie donde surgen muchos de los sueños navideños de los que se contagió este centenar intrépido de hueteños. A la vuelta, claro, bolsas repletas de estos dulces. Y el propósito de no mirar la báscula hasta enero.

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