Las semillas del misterio en Huétor Vega

De improviso suena una corneta que rompe el silencio de la tarde. Era el «guardilla» que nos estaba increpando para que no desgajáramos la uvas o troncháramos las vides, que a esa altura del verano estaban preñadas.

JOSE LUIS CARRETERO

Miércoles, 20 de abril 2016, 07:36

Contaba yo con no más de seis años cuando aquella tarde de juegos se convirtió en una carrera a casa a toda velocidad, pues, acto ... seguido, el guarda de la viña disparó con su escopeta un tiro de sal. Obviamente, para disuadir. Aunque, si te alcanzaba, picaba para rato. Llegué a mi casa mucho antes que mis hermanos y sus amigos, a los que deje bastante atrás. ¡Qué susto! Y es que luego te das cuenta, con el paso del tiempo, de que uno teme lo que no conoce. Más que nada en el mundo. Recuerdos como estos, se te quedan grabados ya para la posteridad. Recuerdos luminosos, unos, y otros oscuros de mi niñez en este pueblo, que hoy ya tan bien conozco. Aunque, a decir verdad, en el pasado, era ese gran desconocido lugar donde mis padres se vinieron a vivir allá por finales de los sesenta. Mi padre compró un terreno al borde del barranco de Doña Juana, que entonces era un barranco de verdad. Y allí construyó poco a poco la casa.

Publicidad

Cuenta mi padre que aunque al principio eran «forasteros», poco a poco la gente de Huétor se fue abriendo a ellos, y me relata que Paco ?El del Balcón de Genil? les invitaba a que vinieran a una de tantas celebraciones con las que aquellos buenos hueteños agasajaban a los que venían de fuera. Migas, papas a lo pobre, arroz caldoso, barras grandes de hielo para enfriar las bebidas, un fogón, el buen vino de la casa, que tan bien sabía vender Paco, y la amistad con varios de estos conciudadanos que en el futuro iban a conocer a mi padres como Miguel y Paqui ?Los de la Puleva?.

Entonces caes rápido en la cuenta de que también vienen de la niñez, de esas tardes de domingo donde en blanco y negro aparecía un personaje con un carisma especial; un personaje que me llamó poderosamente la atención desde el primer momento que lo vi en televisión: el doctor Fernando Jiménez del Oso, que dirigía y presentaba ?Más allá?, su propio espacio en la televisión pública. Estuvo en antena hasta 1982, con altas cotas de audiencia. Un programa que entre 1982 y 1984 pasó a denominarse ?La puerta del misterio?. Esta fue, sin duda, la experiencia que empezó a cambiar mi vida desde tan tierna edad; la chispa que prendió en mí una serie de inquietudes que hasta hoy me acompañan. Ya podía estar jugando en la calle, que cuando llegaba la hora de Jiménez del Oso, estaba clavado delante del Telefunken que compraron mis padres en el 82 para ver el Mundial de fútbol. Ahora recuerdo la imagen del maestro del misterio, que nos transportaba: desde los fenómenos ovni hasta las casas encantadas o los misterios de Perú.

Pero qué lejanos eran aquellos misterios y qué inalcanzables investigaciones en busca de todo tipo de enigmas históricos y fenómenos paranormales. Así me parecían entonces. Y máxime aún en un pequeño pueblecito que lindaba con Granada. Acá, en el ?Sur del tiempo?, como diría mi desaparecido y fiel amigo José Miguel Casado, con quien, cuando teníamos quince o dieciséis años, junto con otros amigos de la pandilla, comenzamos a hablar de estos misterios y de otros tantos fenómenos que todavía no entendiendo.

El molino en ruinas

Siempre estábamos dispuestos a desentrañar. Cuántas visitas a las cercanas ruinas del molino de la Casería de Santo Domingo, del año 1786. Según algunos, albergaba pasadizos hasta la Alhambra. Es en estos albores de mi vida cuando surgió mi personalidad inquieta, a la búsqueda de respuestas. A pesar de que, ya de por sí, estos temas eran tabú en aquella sociedad, y más aún en un pueblo inmerso en los ochenta que necesitaba una apertura de mente para abrirse al mundo que le rodeaba. También a este mundo, poblado de leyendas y entre la niebla del ostracismo a veces.

Publicidad

Como si de una novela se tratara, allí surgió el germen de lo que hoy este humilde hueteño quiere llevar a la práctica, no sin más de un quebradero de cabeza, pero con mucha ilusión y tesón. Como presidente de la Asociación Raudive, para la investigación paranormal, nos hemos propuesto indagar y bucear en los misterios de nuestra villa y alrededores. Cómo no, también de Granada. En las raíces históricas y folclóricas de muchos de estos enigmas. Esta es la finalidad de la asociación.

Hemos creado ciclos de charlas, tertulias y conferencias a los que traemos a ponentes con mucha solvencia intelectual y conocimientos suficientes para que nos hablen de estos temas, que, a la postre, acaban llamando la atención a todo el mundo. Es ahora cuando he tenido el privilegio de acceder a lugares importantes para investigar, con la ayuda del consistorio, que ha apostado por este grupo de personas que hacen «cosas raras», pero que las hacen con seriedad e ilusión. Y esto espero que sea el principio, sobre todo para todos aquellos que tengan estas mismas inquietudes que Raudive.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad