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Las semillas del misterio en Huétor Vega

De improviso suena una corneta que rompe el silencio de la tarde. Era el «guardilla» que nos estaba increpando para que no desgajáramos la uvas o troncháramos las vides, que a esa altura del verano estaban preñadas.

JOSE LUIS CARRETERO

Miércoles, 20 de abril 2016, 07:36

Contaba yo con no más de seis años cuando aquella tarde de juegos se convirtió en una carrera a casa a toda velocidad, pues, acto ... seguido, el guarda de la viña disparó con su escopeta un tiro de sal. Obviamente, para disuadir. Aunque, si te alcanzaba, picaba para rato. Llegué a mi casa mucho antes que mis hermanos y sus amigos, a los que deje bastante atrás. ¡Qué susto! Y es que luego te das cuenta, con el paso del tiempo, de que uno teme lo que no conoce. Más que nada en el mundo. Recuerdos como estos, se te quedan grabados ya para la posteridad. Recuerdos luminosos, unos, y otros oscuros de mi niñez en este pueblo, que hoy ya tan bien conozco. Aunque, a decir verdad, en el pasado, era ese gran desconocido lugar donde mis padres se vinieron a vivir allá por finales de los sesenta. Mi padre compró un terreno al borde del barranco de Doña Juana, que entonces era un barranco de verdad. Y allí construyó poco a poco la casa.

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