La alcachofa de Huétor, la más buscada
«Esta tierra es buena para sembrar lo que sea. Lo es malo es que la vida está muy cara», murmura Aday Muñoz, agricultor en el punto que divide a Huétor Vega de la capital granadina. Un sabor único. Una tierra especial. La agricultura local disfruta de su momento álgido en primavera. Las alcachofas empezaron a venderse en marzo y los productores recogieron las habas verdes el Domingo de Ramos. Mientras que la haba de Huétor Vega es conocida a nivel internacional, la «alcachofa de Huétor» (se le llama así, aunque proceda de Monachil o La Zubia) reduce su popularidad al radio andaluz. Se cotiza al doble: si las que entran procedentes de Málaga se despachan a un euro o las de Murcia a 1,50, las del sur del área metropilitana cuestan más de dos.
E.T.
Miércoles, 20 de abril 2016, 07:31
¿Pero qué hace que la alcachofa local sea tan singular y valorada? Los agricultores apuntan al clima y al terreno. «El clima frío favorece ... que la alcachofa se apriete», señala el productor hueteño Miguel Castro del Paso. Eso unido al prodigio fértil de la vega granadina. Regada por el agua del río Monachil, se le llama «alcachofa de Huétor», aunque abarque diversos pueblos, incluso La Zubia.
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El microclima de la vega, con acusados descensos de temperatura y el sol sureño, define el sabor y la calidad de una alcachofa que no tiene parangón en ningún otro sitio. «Esta tierra proporciona un gusto distinto, un sabor que marca la diferencia y que se cotiza en el mercado. Las alcachofas de Huétor son reivindicadas por compradores que vienen expresamente de la capital granadina desde otros puntos de Andalucía», explica otro agricultor junto a la gasolinera de Huétor Vega.
La producción agrícola de Huétor Vega cuenta, eso sí, con la limitación del espacio. Tres de los 4, 2 kilómetros cuadrados del municipio están edificados. El margen para la explotación de la tierra queda, pues, al límite. De ahí que en el pueblo no haya superficie incultivada. Huétor carece de monte baldío, pastos y bosques. Donde no hay cultivo, afloran el ladrillo, los solares y los complejos deportivos. En la vega, regada por el río Monachil, destaca la extensión de 1.400 marjales que comprende los parajes de El Lunes, El Zute y La Estrella. En total, son 1.133.190 metros cuadrados de secano y 545.909 metros cuadrados de vega. Mucho ha cambiado el panorama desde que el hueteño Antonio Girela Higueras viajó allá por 1970 a Ciempozuelos (Madrid) para abastecer de plantas a los labradores. Al poco llegarían las recolectas de 9.000 kilos que se vendían en la Corría, además de la producción que llevaban a Mercagranada o la que vendían a los camiones a pie de haza.
Repercusión
Nono Castro, otro veterano agricultor de La Zubia, cosecha más de 30.000 kilos de alcachofas al año, esparcidas por una cincuentena de marjales. Asegura que no hay que fiarse de los meses de abril que comienzan con excesivo calor. «Lo malo es que abril empiece y acabe con bochorno. Cuando las temperaturas bajan, la cosecha puede durar hasta junio», comenta. Según Nono, el punto óptimo es «una primavera fresca, no muy calurosa». «Cuando las temperaturas superan los 30 grados, la alcachofa se abre y disminuye la calidad», señala.
La alcachofa de Huétor, con su forma de corazón y su sabor delicioso, goza de un innegable prestigio en Granada. Sin embargo, los productores lamentan que se trate de un alimento prácticamente desconocido fuera del ámbito local. «Las instituciones focalizan esfuerzos en la feria del vino y de las chacinas, pero no se hace énfasis en el potencial inmenso de la haba o la alcachofa. En esto no se mojan lo suficiente», reflexiona Nono Castro. Rafael Márquez, presidente de Regamam, aboga por preservar «una vega rentable y productiva».
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