José Antonio García: "Veo complicado el regreso de 091"

Por él no pasa el tiempo. José Antonio García (Granada, 1961), enérgico vocalista de 091, mantiene el tupé como lo dejó en el multitudinario concierto de despedida de la banda granadina, allá por 1996.

Desde entonces, ?El Pitos? no ha parado de predicar el catecismo de los clásicos del rock en espacios grandes y pequeños. Además, mantiene activa la marca Guerrero García, donde se desarrolla como compositor. Vecino de Huétor Vega desde hace dos décadas, el cantante y armonicista prepara su primer disco en solitario con músicos del municipio.

Acaba de volver del festival Blues de Cazorla. ¿Cómo le fue? En Cazorla he actuado varias veces. Es un festival fuerte, con una trayectoria larga. Hubo muy buen ambiente, amantes del blues procedentes de toda Andalucía. Me tienen un cariño especial y yo lo agradezco. En septiembre volveré por allí con antiguos compañeros de los ochenta: Manuel España, Javier Ojeda, Javier Andreu? El festival se llamará Rock & Roll Star.

Como la canción de Sabino Méndez y Loquillo. (Carcajada) Sí, sí. El nombre nos delata. Será una reunión de viejas glorias.

¿Mira mucho hacia atrás? No me queda más remedio. Me lo demanda la gente. Es curioso, pero veo los ochenta como si todo hubiera ocurrido ayer. No me resulta lejano, aunque ha pasado el tiempo. El cuerpo envejece, pero la mente se queda con lo bueno.

Pero usted está igual que hace treinta años. Eso es la genética que he heredado de mis padres. Llevo una vida normal, como todo el mundo. No hago nada especial. A mi hermano le pasa lo mismo. Viví los ochenta sin privarme. Llegué a beber mucho. Supongo que supe parar en el momento justo.

¿Cómo es la vida de un ?rocker? en Huétor Vega? Huétor Vega es el paraíso. Yo lo veo así. En 1991 me casé y me instalé aquí. En los ochenta frecuenté bastante el pueblo y hasta me hice amigo del alcalde. Solía venir a las fiestas porque el mánager de 091 en aquella época, Paco Ramírez, tenía su residencia en Colinas Bermejas. No lo dudé: quería una casa en Huétor Vega, un lugar donde todavía se respiraba el aroma a pueblo, esa esencia de salir a la calle y saludar a todo el mundo. Hay una tranquilidad absoluta y Granada está a un paso. Lo pienso y he pasado más tiempo de mi vida en Huétor Vega que en el pueblo de mi familia, El Padul.

Habla de Paco Ramírez, que también era mánager de Enrique Morente. En efecto. En esa época, en los inicios de 091 con la casa Zafiro, me relacioné más que nunca con Enrique Morente. La canción ?La vida qué mala es? viene de un chascarrillo muy de Morente y muy del flamenco del Sacromonte.

El otro día cantó para los hueteños. Es curioso, sí. He tardado más de veinte años en hacerlo. Me lo pasé muy bien en la verbena de Huerta Cercada. Se recuperó la seña de identidad de las verbenas de pueblo de toda la vida. Canté un par de temas con Quini Almendros, el fundador de La Guardia. Llevo tanto tiempo tocando con él que no necesitamos ni ensayar. Es como si dos amigos se juntan en una fiesta. Recuerdo que 091 actuamos en el campo de fútbol de Huétor Vega.

¿Y cómo va su proyecto en solitario? Me lo tomo con calma. Estoy estudiando los palos del rocanrol antiguo. Busco cánones y mi propia expresión dentro de ellos. Estoy maquetando con músicos de Huétor Vega. Es tremendo, ¡el pueblo está lleno de roqueros! Quiero reducir al mínimo y volver a los orígenes del rock, a lo más puro. Me lo tomo como un experimento. Elvis lo hizo en su día. Las canciones tienen que respirar con el esqueleto básico. Mirar hacia las raíces es mi trampolín para el proyecto en solitario.

Ha tardado en emanciparse como letrista. Bueno, en TNT, mi otro grupo punk en los ochenta, hice mis pinitos en algunas letras. En 091 era imposible. Tenía al lado a José Ignacio Lapido y nadie puede competir con su escritura. En Guerrero García me he podido soltar como compositor. La letra es lo más engorroso de la arquitectura de una canción. La letra debe decir algo. Es complicado, lo más difícil.

Los Beatles empezaron tocando versiones. Usted acabó haciéndolas. Tuve un proyecto de versiones con Quini Almendros, Mezcal. Nos echaban mucho en cara que nos limitábamos a cantar temas de otros. Y yo me pregunto, ¿cómo empezaron los Beatles y los Rolling Stones? Quien no hace versiones, no aprende.

Para la gente usted siempre será ?El Pitos? de Los Cero. Y no me importa, es algo de lo que me siento orgulloso. Tengo una tienda en Granada. Un día entró una mujer con su marido y su niño. Me miraba mucho de reojo. Antes de salir, no se pudo contener: ?Si no fuera porque eres menos viejo, diría que eres el cantante de 091?. Le respondí: ?¿Y si le digo que soy yo??. La mujer se quedó sonrojada.

Antonio Arias es partidario del retorno de 091. Nuestro primer mánager, Paco Ramírez, insiste en que tenemos que juntarnos, aunque sea para una fiesta. Dice que no puede morirse sin verlo. Lo que pasa es que cada uno tiene su vida, todos hemos desarrollado nuestras trayectorias. Siempre ha habido empresarios amagando con ofertas. Yo siempre les digo que hablen con José Ignacio Lapido. Sinceramente, lo veo complicado. Lo dejamos en un nivel muy alto. Teníamos una energía apabullante.

Con Antonio tocó en el estreno de la Plaza Joe Strummer en El Realejo. ¿Qué recuerdos conserva del líder de los Clash? Mi recuerdo de Joe es el de un colega. Era una amistad de cervezas y de pasarlo bien. Era una persona entrañable. No te cansabas de salir con él. A principios de los ochenta, los Clash era el espejo con el que nos mirábamos en TNT. Yo era muy fan. Cuando lo conocí, el mito pasó a convertirse en un amigo. Me dio mucha pena que no pudiera ver el homenaje tan bonito que le hicimos en El Realejo. Estaban sus familiares, que habían viajado expresamente desde Inglaterra. Me pareció increíble ver a su hija Lola. Era yo quien incordiaba a Joe mientras producía a 091 allá por 1986 para que le pusiera el nombre de Dolores a la niña. Ni siquiera faltó a la cita su nieta. Me pidieron que le cantara algo y me salió una canción de los payasos.