Sábado, 27 de abril 2019, 12:38
Abril es el mes de las sorpresas musicales en Huétor Vega. Si hace justo un año surgía de manera excepcional 'Vitango', un festival de tangos de Granada maridado con botellas de tinto, anoche se estrenó 'Tiri Ti Tran Jazz'. Otra rareza deliciosa y puntual, instalada en el ciclo de veladas flamencas en el Museo del Vino del municipio. El cuadro artístico lo formaban tres nombres: Esther Crisol, Marta Martínez y Tente Márquez. Este último, guitarrista y bodeguero de la localidad metropolitana, se encargó también de poner los caldos (sus premiados tintos y rosados de 'Ramal del Lugar').
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La noche prometía, dado que Crisol es una de las voces más sólidas del flamenco granadino. Esther es, además, un alma inquieta, erudita e indagadora. Tiene armadura académica y arrojo creativo. Fue pionera, por ejemplo, en la introducción del arpa en el cante en Trío del Agua. Una tendencia que han seguido figuras como Remedios Amaya, con el productor Fernando Vacas (la audacia les llevó a los premios Grammy), o la pujante Arpa Jonda de Ana Crismán.
Como adivinarán, 'Tiri Ti Tran Jazz' proponía el juego de chapotear en el jugo de la fusión. Así que el trío, curtido en mil batallas estilísticas, decidió servir una suculenta ración de clásicos reconocibles pero reformulados en clave de flamenco y soul. La faceta 'negroide' corría a cargo de la garganta de Marta Martínez, mientras que Crisol, que cantó y tocó el violín, aportaba la enjundia del duende. Y se cumplía otra efeméride, en concreto doce meses exactos de la grabación en Monachil del disco y deuvedé –aún inédito– de los hueteños Ambulancia Irlandesa, la banda de Tente Márquez, un concierto en el que participó Esther Crisol.
Flamencos y souleros, arrancaron con una farruca astutamente adaptada. Pellizcaron a los comensales con una versión de 'S.O.S.', aquel monumento emocional de Mayte Martín, que apabullaría a la mismísima Ornella Vanoni. Buscaron la conexión sensual con el tinto joven a través de 'Soñar contigo', a la manera de Zenet, Javier Laguna y Pájaro Juárez. Rompieron definitivamente el lagrimal con un 'Pequeño vals vienés' morentino y cohenita. Y trenzaron blues, soul y flamenco en zigzag en unas alegrías de despedida. Ya lo sugiere el dicho: de tal cepa, tal vino.
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