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Cerca de una quincena de participantes se dieron cita del 29 de noviembre al 1 de diciembre en la primera 'game jam' de Huétor Vega.

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Cerca de una quincena de participantes se dieron cita del 29 de noviembre al 1 de diciembre en la primera 'game jam' de Huétor Vega. DIEGO LUZ

El reto de crear un videojuego en 48 horas

La 'Vega Jam' de Huétor Vega fue una maratón con el objetivo de inventar una obra desde cero

EDUARDO TÉBAR

Lunes, 2 de diciembre 2019, 20:00

48 horas repartidas en todo un fin de semana. Es el tiempo aproximado del que dispusieron cerca de una quincena de participantes en la 'Vega Jam' de Huétor Vega. En los grupos, mayoría de programadores, artistas y expertos en dibujo modelado en 3D. Los equipos se nutrían de amantes de los videojuegos procedentes de Málaga, Alfacar, Granada y el propio municipio. ¿El lugar para ponerse manos a la obra? El nuevo Espacio Joven de Huétor Vega, ubicado a espaldas de las antiguas escuelas de la avenida de Andalucía.

¿Y el tema al que debían ajustar su creatividad? El ascenso. Un concepto que se presta a pensar en el aumento físico o en la prosperidad laboral. Pero los concursantes de la primera 'Vega Jam' de Huétor optaron por caminos más etéreos, como las escalas musicales. O jugar a convertirse en un dios, como sucedía a principios de los noventa en 'Populous', la filosófica rareza que triunfó en el catálogo de Sega.

El 'ascenso' fue la temática, con libertad de interpretación

Cada bloque gozaba de absoluta libertad para interpretar a su manera la temática del 'ascenso', un secreto guardado con celo por los organizadores hasta la inauguración de la 'game jam' hueteña. Desde el 29 de noviembre hasta el 1 de diciembre, los 'jammers' se coordinaron para sacar adelante el proyecto. Todos equipados con portátiles, tabletas, programas, aplicaciones, auriculares, micros… Y la nota analógica de la libreta y el boli, omnipresentes también. El nivel era alto y no quisieron singularizar el premio. Al final, el domingo por la noche, todos salieron de allí con una medalla.

Cada grupo admitía un máximo de cinco personas y en la variedad estaba la riqueza: programadores, artistas, músicos, guionistas… Todo el talento es bien acogido en una 'game jam'. Es decir, en la maratón para crear un videojuego desde cero en solo 48 horas. Una oportunidad, en resumidas cuentas, de aprender, divertirse y conocer a otros «chiflados» con los mismos intereses.

«Lo pasamos bien, nos ponemos a prueba y además aprendemos»

CARLOS SIMÓN (LOVEM GAMES), ORGANIZADOR

Gracias al tiempo límite, es más fácil concentrarse y elaborar un juego sencillo (o no tanto) desde el principio hasta el final. La prueba: los jóvenes que poblaron el espacio de Huétor Vega este fin de semana ni se inmutaron con la presencia invasiva de la cámara de este periódico. Así, tan concentrados estaban.

Acudió gente de Málaga, Alfacar, Granada y del propio municipio. D.L.

El viernes por la tarde, en una toma de contacto que duró un par de horas, se definieron los equipos y el tema base para la creación del videojuego. ¿Por qué el 'ascenso'? «Buscamos temáticas que den mucho juego y libertad a la imaginación, para que cada juego se ajuste tanto al tema como a libre interpretación de los integrantes», explica Carlos Simón, miembro del grupo de desarrolladores de videojuegos Lovem Games. Huétor Vega representó su debut como organizadores de una 'jam', aunque arrastraban una dilatada experiencia como participantes en este tipo de eventos. «Para nosotros son encuentros para pasarlo bien, ponernos a prueba y aprender más sobre el desarrollo, además de conocer gente nueva del mundillo», añade.

Diseño atractivo

¿Cómo es posible cincelar un videojuego en 48 horas? «Pensando un buen diseño y sabiendo organizar el grupo para ajustar el trabajo al tiempo acordado», afirma Simón. «Para crear un videojuego es importante tener un diseño atractivo para el jugador y del cual saca la información para poder empezar a trabajar el arte, la música o la programación. Se trabaja la historia del videojuego a través de la narrativa, se hace un prototipo de diseño y programación… Y poco a poco va cogiendo forma», relata.

¿Edad mínima? En Huétor se estipuló en 16 años, «pensando en los programas de desarrollo que se iban a trabajar». La jornada definitiva fue la del domingo, de nueve de la mañana a ocho de la tarde. El cronómetro apretaba y el trabajo en equipo exigía dinamismo. Todo por hacer disfrutar.

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