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EDUARDO TÉBAR
Viernes, 16 de septiembre 2022, 12:55
A principios de 2022 se anunció el proyecto conjunto de crear una marca colectiva geográfica, de carácter agro-gastronómico, que avale la calidad de las hortalizas tradicionales que se llevan cultivando en el valle del río Monachil desde hace más de seis décadas. En concreto, la haba verde y la habichuela y, más recientemente, también la alcachofa. La asociación empresarial de la comarca, Regamam, tenía clara la idea allá por 2015, pero fue el año pasado cuando los ayuntamientos de Monachil, Huétor Vega, La Zubia y Cájar dieron un paso al frente. Este verano han continuado las reuniones, en julio y en septiembre. No quieren que este objetivo termine siendo un brindis al sol.
Para lograr la marca colectiva geográfica no solo hay que contar con el compromiso de las distintas corporaciones municipales, sino poner en sintonía a los agricultores y elementos como el sistema de acequias. En primavera se intensificaron los avances. Y en verano no han bajado la guardia. El pasado 14 de julio se celebró un nutrido encuentro en Monachil, con la participación de más de cincuenta agricultores de toda la comarca, así como asociaciones ambientales, y concejales y alcaldes de los cuatro municipios para presentar el proyecto y los pasos que se están dando.
¿Cuál será el siguiente movimiento? Este próximo otoño se fundará la asociación promotora de usuarios de la marca colectiva 'Productos del Valle del Río Monachil', que estará formada por agricultores, industrias de manipulación y transformación de hortalizas. Regamam representará a los empresarios de la hostelería de la comarca, que jugarán un papel importante para dar a conocer esta marca de calidad en la elaboración de recetas y platos típicos tradicionales de habas verdes, habichuelas y alcachofas. Esperan tener, en un futuro próximo, una certificación de calidad de cara a los comensales que llegarán en primavera. Se presentarán delicias gastronómicas que, además de saludables, procederán de un cultivo sostenible de canales cortos.
Durante estos meses de trabajo para el diseño de la marca colectiva se está ejecutando la primera fase del proyecto, que consiste en el estudio 'agroambiental' del territorio para conocer la situación técnica agrícola, y de las industrias de manipulación y transformación de las tres hortalizas más tradicionales y consagradas en el mercado granadino: habas verdes, habichuelas y alcachofas.
¿Camino andado? Se han realizado entrevistas a más de cuarenta agricultores de la zona, asociaciones ambientales como Salvemos la Vega, Somos Vega y Somos Tierra, y empresas de manipulación y transformación agroalimentaria, así como a concejales de ayuntamientos, alcaldes y exalcaldes, numerosos historiadores locales, y gerentes de empresas extinguidas que operaron en la zona para la manipulación de habas, habichuelas y alcachofas.
Todo ello con el fin de realizar una «radiografía retrospectiva» de la realidad agrícola del valle desde la década de los sesenta hasta la actualidad y, de esta forma, reconstruir la historia agrícola del territorio. Los impulsores del proyecto no se quedan ahí. A la vez, han llevado a cabo una profunda búsqueda bibliográfica en monográficos, revistas locales, y recopilaciones históricas de estudios socioeconómicos y geográficos de la comarca, tanto en bibliotecas locales como en otras bibliotecas públicas de la Junta de Andalucía y de la Universidad de Granada.
Por otro lado, se ha realizado un importante muestreo de suelos agrícolas (más de 25 muestras) y de aguas del río Monachil desde su nacimiento en Borreguiles (Sierra Nevada) hasta las diferentes acequias de la red de comunidades de riego que conforman el valle del Río Monachil. ¿Para qué? Para caracterizar la huella química mineral de las aguas y fijar así su especificidad y calidad para el riego de los terrenos de cultivo.
Se trabaja en la hipótesis de que la calidad tradicional de las hortalizas del valle del río Monachil viene en gran parte determinada por los bajos niveles de salinidad, que proporcionan una textura consistente a las hortalizas y un nivel de azúcares superiores al de otras zonas. El cultivo de las habichuelas es muy sensible a la salinidad. Por tanto, requiere de aguas de buena calidad, con clasificaciones C1S1 y C2S1 (tipología según la universidad californiana de Riverside). El hecho de la presencia histórica del cultivo de habichuelas a gran escala durante entre 1960 y 2010 ratifica esta hipótesis, según Regamam.
La creación de una marca colectiva para las hortalizas tradicionales del valle representará un revulsivo para activar el sector agrícola y 'agroindustrial' de la comarca.
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