Borrar
Rober, en el Municipal Las Viñas: «Nos merecemos el derecho a soñar». E. T.
«Es un privilegio defender el escudo de mi pueblo en el verde»
Rober Prieto, futbolista del CD Huétor Vega

«Es un privilegio defender el escudo de mi pueblo en el verde»

El jugador hueteño está en racha, marcando más goles que nunca y decisivos, después de vivir un infierno por culpa de las lesiones

Eduardo Tébar

Huétor Vega

Viernes, 28 de marzo 2025, 19:12

Atraviesa un momento dulce y se le nota al cruzar por el césped de Las Viñas. Roberto Prieto Castro, Rober para la afición, está marcando goles decisivos, de los que valen tres puntos. El CD Huétor Vega ha retomado una buena racha en Tercera RFEF, en gran medida gracias a este futbolista natural del pueblo. Y sorprende, porque Rober juega de volante defensivo. Un Tchouameni, para entendernos. En las tres temporadas anteriores anotó tres tantos, mientras que solo en esta lleva cinco dianas. Es la merecida recompensa para un jugador cuyo calado va mucho más allá de ejercer de tercer capitán, enriqueciendo el liderazgo de su hermano mayor, Javi Prieto, que también viste de verdinegro.

Lo que Rober no había contado hasta ahora es el calvario que ha vivido en el último lustro por culpa de las lesiones. Estuvo a punto de tirar la toalla.

–Y al final sale el sol...

–Mi problema es que no llevo más partidos por culpa de las lesiones. Hace poco lo estuve pensando. Si todo va bien —toco madera— y termina la temporada sin lesiones, estaré cerca de llegar a los cien con esta camiseta. Es mi cuarto año en la categoría. Antes estuve cuatro o cinco años en División de Honor.

–Le ha llegado la plenitud a los 27 años. Pero usted es del Huétor desde la cuna.

–Sí, estuve aquí de chico en categorías inferiores. También en cadetes y en mi último año de juvenil, consiguiendo el ascenso a juvenil nacional. Siendo niño seguía las noticias para ver cómo iba el equipo. Mi hermano, Javi Prieto, juega en el Huétor. Es el primer capitán. Él llegó cuatro o cinco años antes que yo. En esa época me aficione a venir los domingos a verlos jugar, siempre que no coincidiese con mis partidos.

–En enero de 2024 saltaron las alarmas cuando se rompió el cruzado. Pero no todos sabían que era la segunda vez. Un drama a lo Militao...

–Exacto, un Militao. La primera vez fue rotura total. La segunda vez no se llegó a romper del todo el injerto. Eso me salvó bastante, porque de lo contrario hubiese sido necesario una reconstrucción, con lo que me hubiese ido a los diez o doce meses de recuperación. Por suerte no hubo que reconstruirlo entero. Pero los ocho meses no te los quita nadie. Me pudieron operar relativamente pronto. En un mes ya estaba operado. Me perdí toda la segunda vuelta.

«La primera vez que me rompí el cruzado salí del campo por mi propio pie, pero en la segunda ya conocía los síntomas»

–¿Cuándo volvió a ejercitarse con balón?

–Hacia mayo. Acabó la liga y el club me felicitó unas llaves para poder venir en verano a ejercitarme con balón individualmente. La duda era si llegaría a la pretemporada. Al ser mi segundo cruzado, había dudas sobre cómo iba a responder la rodilla. Yo mismo tenía dudas. Se dice pronto, pero son dos cruzados. Por fortuna, la recuperación fue bien en todo momento. Fueron muchas horas de trabajo en solitario, muchos quebraderos de cabeza, muchas dificultades. Es un trabajo que no se ve. Y la clave es tener entereza para afrontarlo.

–Maticemos: las dos veces fueron en la misma pierna.

–Sí, y además en mi izquierda, que es la buena. También ocurrió en enero la primera vez, pero justo cuatro años antes. En el año del covid. Esa fue más compleja porque se estaban empezando a aplazar operaciones que no eran urgentes por la coyuntura de la pandemia. Es curioso: las dos veces me lesioné en el primer partido de enero.

–Y el proceso fue tortuoso, ¿no?

–Me iban a operar en abril de 2020, pero me la aplazaron a mayo. Y en mayo di positivo por covid. Así que me la aplazaron otra vez para junio. Y no fue hasta febrero del año siguiente, trece meses después, cuando volví a jugar.

Maldición

–El cruzado es una lesión maldita en el fútbol. Siempre existe el temor a no volver a ser el mismo.

–Yo tuve ese miedo. Y debo reconocer que la segunda vez fue más dolorosa. La primera vez salí del campo por mi propio pie, pero en la segunda ya conocía los síntomas y sabía lo que me había pasado. Me hicieron la famosa prueba del cajón. Fui a mi fisio de confianza, que sigue siendo el mismo, y fue un palo cuando se confirmó. Siempre existe el miedo de ver cómo va a responder la rodilla. Pasa en la élite y más en nosotros.

–¿Se desmoralizó?

–La segunda vez ya sabía lo que me enfrentaba. En la primera me invadió el miedo. En la segunda sabía que el factor moral era clave para el proceso de recuperación. Ahí jugaron un papel especial mi familia, mis amigos, mi pareja en su momento… Ahora estamos en un punto muy bueno de la temporada. Lo que más me duele son los partidos en los que no he podido ayudar a mi equipo.

«He recibido muchísimo cariño y creo que he respondido en el campo»

–¿Cómo le trata la grada?

–He recibido muchísimo cariño. Ser del pueblo ayuda. Y creo que me he ganado ese cariño dentro del campo. Cuando he sufrido por las lesiones he sentido ese respaldo; incluso cuando iba a desayunar, la gente me mandaba ánimos. Es un privilegio poder defender el escudo del pueblo donde he nacido y crecido.

–Hay niños que van al colegio con la camiseta del Huétor Vega.

–Es un orgullo. Eso significa muchas cosas. Significa que desde el club se están haciendo muchas cosas bien. Significa que la gente está viniendo a vernos, que la gente se está contagiando de este espíritu de fútbol. Significa que los padres llevan a los niños a vernos. Cuando voy a trabajar y veo a los 'peques' que me reconocen en el parque infantil en el Balcón del Genil, y me comentan que me vieron jugar el otro día, siento una satisfacción muy grande.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal «Es un privilegio defender el escudo de mi pueblo en el verde»