La lluvia salva la temporada a los agricultores de la vega granadina
Las abundantes precipitaciones animan la producción de la alcachofa de Huétor y de la ‘papa’ típica de la zona
Eduardo Tébar
Sábado, 14 de mayo 2016, 20:32
El cambio climático pone en vilo a la gente de campo, acostumbrada a predecir el comportamiento de la meteorología con solo alzar la vista y ... mirar al cielo. Los agricultores encajan mal un invierno primaveral como el reciente. Pero llevan mucho peor, si cabe, la ausencia de lluvia. Por fortuna para el sector, la persistente llegada de las precipitaciones en abril y en el arranque de mayo ha salvado la temporada. Justo cuando se presenta el tiempo de la haba de Huétor, la alcachofa y, en junio, la papa de la zona. Productos famosos por su notable calidad.
El alcalde de Huétor Vega, profundo conocedor del trabajo de la tierra en plena vega, lo advertía en la última edición de las Jornadas del Vino, Jamón y Chacinas: «Se presenta un año seco». «Estamos asustados porque no llueve desde hace tiempo. Deseamos que llegue por fin el agua para que el año que viene podamos volver a disfrutar de buenos cardos». Como quien lanza una moneda a la fuente y se cumple el deseo. Había temor generalizado. Los termómetros llegaron a marcar 27 grados a principios de febrero, cuando Molina pronunció aquel discurso. Temor a los efectos de un invierno tardío. La sequedad de la tierra y las altas temperaturas fueron lo habitual desde que comenzó el invierno, provocando pérdidas en el campo.
«¡Estas aguas son divinas!», exclama Nono Castro, agricultor en la zona sur de la vega. «La lluvia mantiene la alcachofa tierna y jugosa», continúa. Según Castro, «el invierno ha sido atípico y ha descuadrado el negocio en Sierra nevada». «La naturaleza es así de impredecible», proclama. El producto estrella que está por venir es la patata de Huétor Vega. «El agua le proporciona un manto verde. Se ve bonita. Luego, todo depende de la calidad y del proceso de producción», indica el agricultor. En junio, le toca el turno a la papa roja. Los agricultores de Huétor Vega se quejaban de que «iban atrasadas». ¿Por qué es importante la lluvia? «El agua de riego no es un verdadero sustituto de la lluvia», comentan.
Incertidumbre
En el campo, el comienzo del mes de febrero se abordaba con incertidumbre. Los principales cultivos no habían recibido en meses el agua que necesitaban. La haba temprana de octubre resultó inservible. En cambio, «las de noviembre han salido muy buenas». Una tradición ligada a la saladilla en el Día de la Cruz, que representa en final simbólico de la época de las habas de Huétor. «Las habas de abril, para mí. Las de mayo, para mi caballo». El sabio refranero popular nunca se equivoca.
Es el mes de las habas. Pero no de cualquiera: las de Huétor están consideradas las más exquisitas del mundo. Y nadie parece conocer el motivo de este prodigio agrícola. ¿Será la tierra? ¿Será la vega? ¿Por qué solo la haba verde de Huétor Vega posee semejante dulzor? «La clave está en el suelo. Este sabor solo lo encontramos en las habas de Huétor hacia arriba. En otros pueblos, la tierra es más fuerte y fértil. Incluso rinden más. Pero no saben igual. Ni por asomo. Esto es un misterio y lo seguirá siendo. Otros la siembran y no lo consiguen. Algo tendrán el suelo de Huétor y también el agua del río Monachil, con la que la regamos», explica Eladio, veterano conocedor de la materia, exganadero y curtido agricultor hueteño.
Miguel Monferrer, secretario provincial de COAG Granada, define la situación económica del sector como «mala». La presencia de frío y lluvias ha paliado una situación atípica, que amenazaba consecuencias «catastróficas» si no se normalizan temperaturas y precipitaciones estos meses. «Se presenta un año bueno para la alcachofa», explican los agricultores que trabajan en Huétor Vega, junto a los merenderos de la avenida de Andalucía. «La temporada va a durar dos o tres veces más; todo el mes de mayo. La lluvia hace que la alcachofa aguante más». Compradores de toda Andalucía buscan la llamada alcachofa de Huétor, que cuesta el doble que los alcaciles de Málaga. «Esta tierra es buena para sembrar lo que sea. Lo malo es que la vida está muy cara», murmura Aday, otro agricultor a la entrada de Huétor Vega.
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