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E. TÉBAR
Huétor Vega
Viernes, 12 de marzo 2021, 21:27
Dentro de la programación conjunta de Igualdad de Huétor Vega y Monachil en el marco del 8-M destaca el encuentro de las 'HuétorGenarias'. Es decir, mujeres del pueblo y con una larga travesía en la vida a sus espaldas. De ellas hay mucho que aprender y escuchar. Sobre todo la gente joven de los centros educativos, que fueron los primeros espectadores del encuentro que tuvo lugar en el salón plenario del Ayuntamiento y que fue retransmitido en el canal municipal en YouTube. Cualquiera puede visitar la charla con Paquita Santamarina Urbano (Paquita 'La de la Luz') y Encarnación Jiménez Sancho. Háganlo: será como reencontrarse con una añorada abuela tras un confinamiento.
Tras la presentación a cargo de la concejala de Igualdad, Elena Duque, y la conducción de las preguntas por parte de Silvia Martín, técnica de Igualdad del Centro de Información a la Mujer, y de Paula Reyes Cano, asesora jurídica del mismo, Paquita y Encarnita dieron rienda suelta a sus recuerdos y pensamientos. Con sinceridad, cariño y sin cortapisas. Algunas cuestiones eran lanzadas en directo por vía telemática. En Monachil, en paralelo, ocurría lo mismo por videoconferencia con tres octogenarias ('MonaGenarias'): Emilia Bonal, Manolita Águila y Pepita 'Patrón'.
Paquitanació en Granada en 1936, año difícil de olvidar, pero lleva a gala ser hueteña y activa en la vida social del pueblo desde siempre. Encarnación es hueteña pura, de una familia con ocho hermanos, y asegura que no cambia este lugar por ningún otro. «He inculcado a mis hijos que tienen que querer a su pueblo, porque si no quieres a tu pueblo no quieres a nadie», sentenció. Y eso que Encarnación creció sin agua potable en el hogar, cuando las casas eran pequeñas y de alquiler, en unos tiempos que los que había que apañarse con acequias, aljibes y lavaderos. «Huétor Vega fue una fiesta el día que llegó el agua potable», rememoró. «Y cuando dieron las Casas Nuevas», añadió Paquita.
Juntas evocaron una época en la que Doña Juana era una pendiente por la que caían chorros de agua. Y que había que subir con una hija en brazos a las nueve de la noche, cuando regresaba el último tranvia. Encarnación conoció el primer cine de verano en La Estrella a los once años. Las chicas y los chicos se relacionaban entonces de una manera muy distinta. Paquita levantó aplausos: «Enseñé a mis hijas a dividir, a multiplicar y a ser libres. A que no tengan que estar debajo de nadie y que se valieran por sí mismas».
Encarnación lavaba en casa cuando no había lavadoras. Todas concluyen que se han conseguido muchos avances, «aunque todavía queda mucho camino por andar». «Hoy siguen trabajando en la calle y trabajando en sus casas», lamentó Paquita.
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