El Festival Flamenco de Huétor Vega supera las adversidades y brinda una velada de cante puro

El Festival Flamenco de Huétor Vega celebró anoche, a pesar de las dificultades del contexto y después de su anunciada cancelación, su trigésimo segunda edición. Quizá, la más atípica que alcanzan a recordar los veteranos del evento, que en su pasado más saludable ha acogido a más de mil espectadores. Esta vez, el escenario habitual del Carmen de San Rafael fue reemplazado por la amplia y apacible explanada de Huerta Cercada. Resulta difícil imaginar ubicaciones más seguras que esta para la realización de espectáculos en Granada este verano.

El festival se desarrolló de acuerdo al protocolo sanitario y sin barra de bar. No era el ambiente jaranero que tradicionalmente acompaña a esta cita. Y por eso hubo emociones encontradas y homenajes pertinentes. Tal y como advertían desde el Ayuntamiento de Huétor Vega en la inauguración de la muestra 'De lo majo a lo bolero, de lo bolero a lo flamenco', en el edificio contiguo, el de estos artistas es un sector triturado por la pandemia. De ahí el compromiso de la concejalía de Cultura, en este caso con el apoyo de la Diputación de Granada y la organización, como siempre, a cargo de la peña La Parra Flamenca. «La cultura tiene que seguir, el flamenco tiene que seguir», dijo el alcalde en funciones, José Manuel Prieto. «En Huétor Vega la cultura no descansa», comentó la concejala Elisa González Pedraza.

La peña del municipio metropolitano está a punto de cumplir cuarenta años. Su presidente, Miguel Baños, compartió la frustración por suspender la extensa programación de estos meses: «La pandemia ha roto proyectos e ilusiones». La previsión es que en 2021 tenga lugar el nuevo Concurso de Cante Flamenco y Guitarra de Acompañamiento. La junta directiva de La Parra Flamenca otorgó sendos reconocimientos a Protección Civil de Huétor Vega, «por su esfuerzo ímprobo durante la crisis sanitaria», y a su socio reciente Jesús Polo Cobo, «por ser un ejemplo de cómo una empresa privada puede colaborar con una asociación cultural sin ánimo de lucro».

Salvo Filo de los Patios, todos los cantaores y guitarristas del cartel fueron granadinos. «Podemos organizar algo de primer nivel sin necesidad de recurrir a gente de fuera», afirmó Miguel Baños. Pasada la una de la madrugada apareció para cerrar Alfredo Tejada, ganador de la Lámpara Minera en 2017: «Igual que hemos consumido cultura estando encerrados en casa, ahora necesitamos el apoyo del público, instituciones y programadores». El malagueño, formado artísticamente en Granada y acompañado por un catedrático de la escuela granadina de la guitarra, Miguel Ochando, dedicó una milonga con letra de su amigo Yeyé de Cádiz a las víctimas del virus, antes de seguir por tangos. Otro triunfador de la Lámpara, Juan Pinilla, andaba entre el público.

Otro maestro del toque de Sacromonte, Paco Cortés (estuvo ocho años a la vera de Morente), arropó a la madrileña Filo de los Patios, que satisfizo a su padre, presente en Huétor con su estand de discos, con unos fandangos de su infancia, entre tangos ('La luna de mi ensueño') y seguiriyas. Y un discípulo de las cuerdas de Ochando, Antonio de la Luz, actuó con el jovencísimo Tomás García, de Padul, veterano aún así del festival y de la peña hueteña. Nivel elevado con mimbres de casa. Tomás comenzó con unas cantiñas para entroncar preguntando al platero por alegrías.

Por cantiñas con aromas de Cádiz se había despedido Aroa Palomo, sobrada de fuerza y flamencura (antes de la pandemia realizó una gira internacional), junto al guitarrista hueteño Ramón del Paso. El bicho no pudo con el duende de Huétor Vega.