Ambiente en la plaza Abdal Malik. D.L.

Cruces sabrosas de Huétor Vega

El municipio se volcó en las fiestas, con la deliciosa haba verde de temporada y la bella artesanía en los montajes

DIEGO LUZ

Huétor Vega

Sábado, 4 de mayo 2019, 02:18

Huétor Vega ha disfrutado en su plenitud de las cruces de 2019. Con una gran concurrencia de vecinos y visitantes. Y con la identidad de la haba verde de este rinconcillo de la vega, manjar presente en casi todas las mesas y las barras ahora que está en temporada. Ha sido un Día de la Cruz de marcado carácter gastronómico en el municipio metropolitano, donde han abundado las viandas de carne en salsa, muslitos de pollo encebollados, los callos, las papas o las migas.

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Cruz ganadora, obra de la Peña Deportiva Ébano Fútbol 7. D.L.

A mediodía, el jurado del concurso local, promovido por el Ayuntamiento, se decantó por las cruces de la Peña Deportiva Ébano Fútbol 7 (primer premio, 300 euros), Mis Flamenkit@s (segundo premio, 200 euros) y Caicena (tercer premio, 100 euros).

La cruz de Ébano, ganadora, recurrió a la más pura tradición granadina, con el decorado de mantones, macetas y cerámica de Fajalauza. Todo ello desplegado en el ancho del escenario de la plaza Abdal Malik. Como es habitual, el enclave del barrio de Caicena fue un hervidero de gente. El alma de la peña deportiva, Gerardo Muros, servía platos y bebidas a destajo con sus compañeros. Ni un alfiler cabía en la llamada por muchos la 'Plaza del Moro'. Como novedad, este año lucía el flamante 'splash park'. Eso sí, sin chorros de agua, así que los más pequeños aprovecharon para dar unas patadas al balón mientras los mayores bailaban canciones de Fito.

Montaje del Bar Caicena, en la plaza de la Constitución. D.L.

Un par de calles más abajo, en la plaza de la Constitución, se podía contemplar la creación del Bar Caicena. Una obra erigida sobre paja y herrumbre que, según sus responsables, se construyó a partir del mero reciclaje de elementos. Llamaba la atención la presencia de una bola del mundo de madera: toda una reliquia.

Alegría del colectivo Mis Flamenkit@s, en La Cañadilla. D.L.

La cruz que obtuvo el segundo premio, la del colectivo de baile y danza Mis Flamenkit@s, representaba una bodega en la plaza de La Cañadilla. No faltaba detalle alguno en la escenificación del trabajo con la uva y en la cultura del vino, un proceso tan arraigado en Huétor Vega. La 'Bodega Mis Flamenkit@s' era un homenaje a todos esos viticultores hueteños que, generación tras generación, han regalado buenos momentos en estas calle, en familia y amistad, en torno al mosto. La selección musical llegaba hasta Fangoria y el nutrido grupo de jóvenes aprovechó el escenario para bailar sin descanso.

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El Sulayr, entre la Alhambra y el Veleta. D.L.

Cerca de allí, en la calle Jiménez, la humareda abría el estómago y el olor de la carrillera del Sulayr hacía la boca agua, literalmente. La cruz, montada en el interior del bar, ahondaba en el lema de Huétor Vega: «Frontera entre la nieve y la vega». De tal forma que aquí plasmaron la Alhambra para saltar hasta el Veleta. En otro punto de la parte baja del pueblo, en la calle Maestro Pedro Fernández, otro bar, La Corría, volvía a la fiebre vinícola, pero esta vez sin escatimar en uvas y barricas. Las juergas de La Corría en las cruces son sonadas. La música tenía aquí algo de 'performance' con coreografía colectiva. Cómo se lo pasaron.

Uvas y barricas, en la cruz de La Corría. D.L.

Por su parte, el restaurante Los Rebites reivindicó con su cruz el arte gitano y la impronta del flamenco, encarnado en una enorme estatua de bailaora de animación. En La Nava, por su lado, fue donde acabaron todos a partir de las siete de la tarde. El patio de butacas, lleno. Los móviles de los padres, listos para grabar la actuación de sus vástagos.

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Arte gitano, en Los Rebites. D.L.

Era la hora de exhibición de los grupos de baile de la Escuela de Música y Danza. Desde las más pequeñas hasta las consagradas. Entre medias, el alcalde, Mariano Molina –que invitó, como de costumbre, a probar sus habas–, y la concejala de Fiestas, Elisa González Pedraza, entregaron los premios a las tres cruces triunfadoras este año. La guinda del acto la puso un niño, convertido en un espontáneo artístico, que se empeñó en subir a demostrar que domina el cante. Se atrevió con algo de Camarón. Y vaya si promete.

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