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Crecer y vivir en Huétor Vega

Crecer y vivir en Huétor Vega

 

FRANCISCO DELGADO MUÑOZ

Miércoles, 20 de abril 2016, 07:07

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Ha transcurrido mucho tiempo. Pero siempre nos quedan algunos recuerdos. Eran años que en los que en España lo estábamos pasando mal. La pobreza afectaba a muchas familias. Entre ellas, la mía.

Era un pueblo de personas que vivían del campo. En aquella época era lo que nos ayudaba a seguir adelante. Por desgracia, hoy no se valorado como debería. Teníamos grandes viñedos que producían un gran vino, del cual queda mucho menos que antaño.

Aún así, teníamos que enfrentarnos a esta situación. En los años sesenta fuimos muchos los que emigramos, allanando un poco más de empleo libre aquí e incrementando las posibilidades de los familiares que dejamos atrás, a quienes enviábamos dinero para ayudar a que nuestro pueblo fuese remontando la precariedad que sufría.

No hay más que ver cómo se ha convertido en un pueblo grande y más bello aún, elegido por muchas familias para pasar sus vidas. Pero hay algo que no ha cambiado desde aquella época: las fiestas patronales. No disponíamos de centros médicos, ni de restaurantes, ni piscinas, ni pabellones? Pero las fiestas siempre nos alegraron la vida.

Y a pesar de los tiempos de crisis que empezamos a padecer de nuevo, quiero recordar que seguimos prosperando gracias a las personas que han gobernado nuestro pueblo. Nuestro Ayuntamiento se esfuerza en que podamos disfrutar de un municipio que nos ofrece todas las comodidades y facilidades deseadas por todos.

El drama de emigrar

Al mismo tiempo, quisiera contar algo de mi vida. Yo fui una de esas personas que emigró, y os quisiera contar el motivo por el que me despedí de mi hogar. Trabajaba en una fábrica de tejidos de Huétor Vega. Estaba muy agradecido de tener un puesto, aun siendo un sueldo pequeño, porque ese sueldo no daba para pagar las peonadas que estaban impuestas semanalmente a pesar de que el alcalde de ese momento, Antonio Martín, una excelente persona, intentó que todos tuviésemos una casa. Ocurría que el coste era superior de lo que mi sueldo me permitía, por lo que emigré.

Amigos, emigrar, abandonar a la familia, abandonar el hogar, no es nada fácil. Pero nos consolábamos con un pensamiento: en mi puesto de la fábrica había otra persona ganando dinero y yo ganaba suficiente para enviar a mi madre el dinero de los jornales. Después conocí a mi esposa. Nos casamos y creamos una familia con tres hijos. Aunque el pensamiento de volver a mi hogar, a mi tierra, no desapareció. Entonces enfermé del corazón y me jubilaron de manera anticipada, y tomé la decisión de volver.

Una vez de vuelta, con los conocimientos que adquirí de jubilaciones en Alemania, con el asesor Ángel González, me di cuenta que lo que nos decían que nos pertenecía no era correcto. Y fue el momento en el que tuve la idea de que debería existir algún organismo que ayudase al emigrante retornado. Y así es como se creó La Asociación de Emigrantes Retornados, con la ayuda de muchas personas y el apoyo de mi esposa, asociación que hoy en día sigue en marcha aupando a muchos emigrantes, creando puestos de trabajo y con la ayuda de los voluntarios que colaboran sin interés ninguno.

* Francisco Delgado Muñoz es fundador de la Asociación Granadina de Emigrantes Retornados (AGER) y vecino de Huétor Vega.

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