Borrar
El futuro incierto de la patata de Huétor Vega

El futuro incierto de la patata de Huétor Vega

Llega el verano. Mediados de junio. Es el momento del arranque y el empaquetado de la patata. ?A nosotros nos gusta llamarle ?papa?, porque es su origen etimológico?, matiza un jornalero en la inmensidad de la tierra cultivada, junto a la Ronda Sur. Esa papa forma parte de la esencia agrícola y culinaria de Huétor Vega. ?La patata de aquí es exquisita. Tenemos este sol y este río en la Mancomunidad del Monachil?, relata Nono Castro, productor de de 58 años. Hijo y nieto de agricultores. Como todos. ?Y no sé hacer otra cosa?, insiste. Sin embargo, atrás quedan tiempos mejores. Cuando la papa de Huétor Vega gozaba de demanda y los canales de distribución favorecían su protagonismo en el mercado. Hoy, las circunstancias invitan a tirar la toalla. ?Es un negocio ruinoso?, sentencia Mariano Molina, productor casi desde que nació. Productor hueteño de larga estirpe. ?Antiguamente, antes de que el pueblo creciera tanto, se sembraba mucha papa. Venían grandes camiones. Había una red comercial estable?, explica.

E.T.

Miércoles, 20 de abril 2016, 07:15

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

¿Qué ha pasado? ?El panorama se ha complicado. En la actualidad, tienes que ir a buscar compradores. Hoy en día mandan los tráileres, que transportan cantidades ingentes de patatas. Nosotros nos tenemos que apañar con dos o tres camiones chicos que cargan el producto de la zona. Debes tenerlos contratados?, cuenta Molina.

Allá por 1975, y pese a las oscilaciones anuales, la patata ocupaba la mitad de la superficie de la vega: unos 1.000 marjales. Era la protagonista hegemónica de la economía local. Ahora brega con la crisis y una coyuntura hostil. El paisaje ha cambiado. El mercado, también. ?Los precios han caído de manera estrepitosa?, reflexiona Molina. Los agricultores notan el punto de inflexión económico de 2008. ?En el último lustro hemos pasado de 18 céntimos a cinco céntimos el kilo. Estamos perdiendo dinero. No sale rentable pagar el jornal de los trabajadores. Si valen menos de 12 céntimos, nadie las arranca?.

Con todo, Huétor Vega cuenta con mucha producción de patata. ?Los tráileres ya no vienen en busca de papas. Poco a poco, se han ido retirando. Cuesta mucho esfuerzo seguir vendiéndolas. Reconozco que cada vez siembro menos?, confiesa Nono Castro. ?Amamos este oficio y seguimos la tradición de nuestros padres. Sembramos y sembramos. Si hay que trabajar un festivo, se trabaja. Para nosotros no hay almanaque?.

Castro prevé un buen precio para la cosecha de 2013. Ha sido una temporada lluviosa, pero la tierra estaba pesada. ?Si únicamente me dedicara a sembrar papas, estaría en la ruina absoluta. Cada vez se produce menos. Cuando yo era chaval, sembraba patatas todo el mundo. Es algo que se ha ido perdiendo?.

Bancos de alimentos

Romanticismo y espíritu de revancha. Con su juventud, Aquilino Girela persevera en el arte de producir patatas debajo de La Estrella, en el Camino del Atajadero. Asegura que las lluvias han venido bien. Y no le falta energía para cambiar la realidad. ?Hace falta buscar una salida para el problema de los proveedores cuanto antes. Encontraremos una solución?, barrunta. ?Debemos movernos de cara a la próxima temporada. Me gusta el campo. El objetivo es defender lo nuestro?.

Aquilino cree en las posibilidades que ofrece internet. Sus cuentas se compensan con las ventas de alcachofa y coliflor. Se mueve por la costa. Y dona el material sobrante a un banco de alimentos de Santa Fe. La Ley de la Cadena Alimentaria se empezó a perfilar en 2012. Un rayo de esperanza a la tan deseada y demandada transparencia en la formación de los precios que reciben los agricultores y ganaderos.

Más suerte corren en Huétor Vega ante el problema creciente de los robos en el campo. Según Asaja Granada, ?los agricultores asisten impotentes a una sucesión continua de robos en nuestro medio rural sin que las autoridades ofrezcan una respuesta eficaz a esta lacra?. En ese sentido, Castro apenas ha observado la sustracción de un par de bolsas de patatas y un apero del tractor. Aquilino se ha salvado. Y Molina confirma, con asombro, algún robo de patatas del suelo. El signo de los tiempos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios