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Los pequeños camareros, en la sala de usos múltiples del colegio.
‘Maîtres’ de pantalón corto

‘Maîtres’ de pantalón corto

Alumnos de 5 años del Virgen de las Angustias ponen en marcha ‘Sombra’, un simulacro de negocio hostelero

E. TÉBAR

Lunes, 24 de abril 2017, 22:44

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¿Un colegio convertido en restaurante? ¿Unos alumnos de 5 años que sirven manjares culinarios? En efecto, ocurre en el centro educativo Nuestra Señora de las Angustias de Huétor Vega. La idea surgió en grupo y su impulsora fue la profesora Blanca Parrilla Muños. Lo primero, el nombre: por votación en el aula bautizaron este peculiar espacio gastronómico como Sombra. Después, el reparto de labores. Se dividen en tres equipos: cocina y pinches, camareros y maîtres. Por último, los clientes: las familias.

«Trabajar por proyectos supone, sobre todo, aceptar que como maestras debemos situarnos en un plano de atenta escucha del alumnado, siendo más importante lo que ellos y ellas quieren saber que lo que nosotras queremos enseñarles. Solo aprenderán bien lo que ellos sientan el deseo de aprender», reflexiona Parrilla. ¿El planteamiento? «Nos hicimos una hilera de preguntas. ¿Qué pasaría si quisiéramos poner en marcha un restaurante donde invitar a nuestras familias a comer? ¿Qué sabemos de los restaurantes? ¿Qué queremos saber? ¿Qué queremos hacer?».

Y los padres, ¿cómo reaccionan con los mozos? «En la reunión de final de trimestre, después de la actividad, todas las familias estaban encantadas con el proyecto. Para ellas fue impactante entrar en el restaurante y encontrase con sus hijas e hijos trabajando en equipo, muy motivados. También valoraban que durante todo el trimestre han estado muy implicados con todo lo relacionado con la alimentación: colaborando en casa para poner la mesa, mejorando su comportamiento en la mesa, probando todas las comidas y sabores. Y la gran concienciación que han adquirido por una alimentación sana y saludable», apunta la profesora e ideóloga.

La maestra de educación infantil tiene presente una cita de Guy de Maupassant: «La cocina es la alquimia del amor». Y con esa convicción espera repetir la experiencia en el próximo curso, «porque es un proyecto muy divertido y rico en experiencias».

Preparativos

El proceso conllevó preparativos a la altura de una visita de Alberto Chicote. Investigaron la ropa adecuada, el protocolo para servir las mesas, los tipos de platos, la organización de un menú sabroso, ecológico y sano. Al final, optaron instalar el restaurante en la sala de usos múltiples del colegio. Buscaron mesas, sillas, decoración para las paredes. Y aprendieron a emplatar, verbo de moda con el boom de los realities televisivos sobre fogones. A su vez, perfeccionaron la elaboración del menú, incluso los textos de las recetas y la gestión del libro de reservas. Las familias no esperaban la misteriosa invitación con reserva: el 22 de marzo, de 12 a 14 horas, en el restaurante Sombra.

¿Anécdotas? Un padre que acudía tres veces al mes para asesorar sobre el menú, la compra y la presentación. Otro que compartió sus conocimientos sobre cómo vestir la mesa, colocar los cubiertos, secuenciar los platos, el lado correcto por el que se debe servir o cuándo procede retirar el servicio. Por su parte, una madre invitó a todos a una muestra guiada en el restaurante en el que trabaja. «La participación de las familias en el proyecto es muy importante, necesaria e implica no sólo a estas sino a toda la comunidad educativa en el proceso de aprendizaje. Toda esta colaboración agiliza el desarrollo del trabajo por proyectos y genera una comunicación fluida», afirma la profesora Parrilla.

¿Balance? «Las situaciones que se han propuesto han respondido a una serie de presupuestos que nos han dado la garantía de que el alumnado tenía en sus manos la responsabilidad de lo que han aprendido, que han acometido un proyecto vital que los hace competentes para la vida cotidiana». Quién sabe. Quizá es la antesala de un futuro genio de la hostelería. Nunca unos niños en Huétor se sintieron tan adultos.

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